Pero el acto de vasallaje no sirvió sino para que Ibn Nusayr exteriorizara el enfado que albergaba hacia Tariq, al que llegó a dar varios latigazos reprochándole su exceso de independencia. Una vez que pasó la tormenta entre ambos, juntos marcharon a Toledo, en cuya ciudad Tariq dio cuenta a Ibn Nusayr de todas las conquistas realizadas y le hizo entrega del cuantioso botín que había conseguido reunir hasta entonces.
Asimismo todo el invierno del año 713-714, Ibn Nusayr permaneció en Toledo como un auténtico soberano, y fue entonces cuando mandó acuñar las primeras monedas arábigo-españolas de oro que circularon por la península con la inscripción “in nomine dei non deus nisi deus solus non deus alius”. Ibn Nusayr envió a Damasco una delegación integrada por Alí Ibn Radah y Mugith al-Rumi, este último conquistador de Córdoba, en unión de otros emisarios, con la misión de dar cuenta al califa de los resultados obtenidos en la península.
Conquistas en la península
Posteriormente, nada más llegar la primavera, Ibn Nusayr emprendió campañas de conquista junto con Tariq. Ambos sitiaron Zaragoza, la cual tomaron sin apenas resistencia. Desde allí tomaron la vía romana que conducía a Lérida, camino por el que conquistaron un buen número de fortalezas y poblaciones sin determinar.
Por entonces, regresó a la península Mugith portando la orden califal de que tanto Musa como Tariq debían regresar de inmediato a Damasco para dar cumplida cuenta en persona al califa. Ibn Nusayr, que tenía en mente una campaña contra los territorios más septentrionales de la península, hizo caso omiso de la orden de su califa y prosiguió sus campañas convenciendo a Mugith para que se uniera a él y dilatase por algún tiempo el retorno a Damasco.
Mientras tanto que Tariq saqueaba por completo la plaza de Amaya y ocupaba León y Astorga, Ibn Nusayr se internó por tierras asturianas en dirección a Oviedo y Gijón, obligando a los naturales del lugar a refugiarse en los Picos de Europa. Pero, cuando estaba a punto de entrar en Galicia, una vez que había conquistado Lugo, en esa misma ciudad le alcanzó un nuevo emisario del califa al-Walid, que le notificó que debía llevar a ambos en presencia del califa al precio que fuera para ponerle al corriente de los hechos de armas que habían realizado cada uno y le presentasen sendos informes de cuentas de las ganancias que tales hechos habían reportado al califato.
Regreso a Damasco
Finalmente Musa Ibn Nusayr abandonó a su pesar la prometedora campaña gallega y salió en dirección a Sevilla, en cuyo trayecto se le unió Tariq proveniente del sector aragonés. En septiembre del año 714, una vez que dejó a su hijo Abd al-Aziz como gobernador de toda la península con capital en Sevilla, Ibn Nusayr emprendió el viaje hacia Siria en compañía de Tariq y de todos los árabes que decidieron volverse a sus tierras de origen.
Posteriormente a su llegada a Damasco, envuelta en misterio, se sabe a ciencia cierta que coincidió con la muerte de al-Walid y la subida al trono del nuevo califa, su hermano Suleyman, quien fue bastante duro con Ibn Nusayr y no tuvo consideración alguna con los méritos contraídos por Musa ibn Nusayr. Acusado por Tariq y Mugith de abuso de poder y de apropiarse del quinto del botín reservado al califa, Suleyman le impuso una fortísima multa que le dejó prácticamente en la ruina. Finalmente, murió en el año 98 de la Hégira (718).