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Septimania

El topónimo Septimania tiene su origen en la conquista de la Galia por el Imperio Romano. Originalmente daba nombre al territorio de la actual ciudad francesa Béziers, por haberse establecido en ésta una colonia de veteranos de la Legión VII. Por eso el nombre latino de Béziers era Colonia Iulia Septimanorum Bacterrae. Incluía los ocho obispados católicos de Narbona, Nîmes, Agde, Béziers, Elne, Lodève, Maguelonne y Carcasonne, así como el valle del Têt.

La Septimania visigoda

Tras el establecimiento de los visigodos en la Galia, la Septimania se incluyó dentro del reino visigodo de Tolosa. Cuando los francos derrotan a los visigodos en la batalla de Vouvillé (507), los visigodos se ven obligados a establecer el centro de su poder en Hispania. Pero gracias a la acción del rey ostrogodo Teodorico, quien ocupó esta zona para ayudar a su sobrino Amalarico, la Septimania siguió perteneciendo al reino visigodo.

En el 509 se crea la provincia visigoda o ducado de Septimania con capital en la ciudad de Narbona. Se conocen los nombres de algunos de sus duques: Liuva (c. 568) antes de ser coronado como Liuva I; Leovigildo (c. 569/570) también antes de ser rey en Toledo; Gundemaro, duque antes de convertirse en rey en el 610: Bulgar (610-612), afín al rey Gundemaro; y Sisenando, duque hasta el 630 y luego rey visigodo. Durante el reinado de Wamba, Ilderico, conde de Nimes, se levantó contra el rey (673). Paulo, el duque de la Septimania en aquel momento, se unió a esta rebelión contra el rey. Paulo llegó a dominar toda la zona y a proclamarse rey, aunque fue finalmente derrotado por Wamba.

La Septimania musulmana (720-760)

A partir del año 719, siendo al-Samh valí de al-Ándalus, comienza la ocupación de la Septimania. En el 720 las tropas musulmanas conquistan Narbona (que pasa a denominarse Arbûna), Béziers, Lodève, Agde y Magalona. En el 721 el valí desistió de conquistar Carcasona y se adentró en territorio franco, hacia Tolosa (Toulouse), iniciando un asedio. El duque aquitano Eudes u Odón acudió a socorrer a la ciudad y atacó por sorpresa a la tropas musulmanas el 9 de junio del 721 –la batalla de Tolosa o de Toulouse– causando una gran derrota a los musulmanes y más de 3.700 muertos. Las tropas omeyas se retiraron y en el camino murió al-Samh, el 10 de junio.

Será el valí ‘Anbasa ben Suhaym quien finalice la consolidación de la frontera con el reino franco dirigiendo varias campañas, tal y como cuenta la Crónica Mozárabe del 754:

  • «También él, proyectando guerras contra los francos y llevándolas a cabo por medio de sátrapas enviados a tal efecto, lucha con suerte adversa. Pero haciendo algaradas, con formación en cuña de sus fuerzas, ataca algunas ciudades y castillos […]».

Finalmente logró conquistar Carcasona y Nimes (725), acabando con los últimos dominios visigodos. Muchos habitantes de esta comarca se refugiaron en el reino franco, donde sería llamados hispani.

El 732, al-Ghafiqí retomó la acometida contra el reino de los francos y escogió la ruta de Pamplona y Roncesvalles para penetrar hacia la Galia Aquitania. Tras la Batalla de Burdeos conquistó la ciudad y la saqueó con virulencia. El duque de Aquitania Odón el Grande (Eudes) les salió al encuentro cuando los invasores cruzaban el río Dordoña pero fue derrotado en la batalla de la Garona.
Eudes se vio obligado a recomponer su relación con Carlos Martel ofreciendo -le sumisión y ayuda para hacer frente a los musulmanes. Carlos Martel envió rápidamente un ejército mientras Al-Ghafiqí avanzaba imparable. Después de saquear la región de Poitiers al-Ghafiqí prosiguió el avance hacia el norte en dirección a la abadía de San Martín de Tours, pero en el camino entre Poitiers y Tours le salieron al encuentro las fuerzas del duque Odón y los refuerzos enviados por Carlos Martel, entregándose la decisiva batalla de Tours en octubre de 732. Las tropas árabes fueron derrotadas y al-Ghafiqí fue muerto. .

En la época del valí Yusuf al-Fihri, los dominios de la antigua Septimania comenzaban a girar hacia los francos. En el año 133H (9 agosto 750 – 29 julio 751) ‘Abd al-Rahman ben ‘Alqama al-Lajmí se sublevó en Narbona contra Yusuf. La rebelión fue sofocada rápidamente y la cabeza del rebelde enviada a Yusuf. En el 752 Narbona sufrió un duro ataque de Weifario, duque de Aquitania e hijo de Eudes “El Grande”.

En el 752 estas ciudades se aliaron con Weifario, duque de Aquitania, para rechazar el dominio andalusí. Los rebeldes sitiaron Narbona, pero la ciudad resistió bajo el gobierno del conde Miló. La rebelión pareció fracasar cuando una coalición antifranca de nobles visigodos liderados por Ermeniardo asesinó a Ansemundo (754).

Pero la facción profranca, ahora con el conde Radulfo al frente, prosiguió la hostilidad contra los gobernantes musulmanes. El gobernador ‘Abd al-Rahman ben ‘Uqba sustituyó a Omar ben Omar hacia el 755.

Mientras en Córdoba ascendía al poder el omeya ‘Abd al-Rahmán Ios conflictos internos de al-Andalus impidieron que se pudieran contener las acometidas francas. Narbona finalmente capituló en 759 y el condado fue concedido a Miló, el conde godo durante el dominio musulmán. La región de Rosellón fue tomada por los francos en el 760.

Omar ben Omar, gobernador de la zona desde el 747, tuvo que enfrentarse a la abierta rebeldía de los condes godos de Magalona, Agde y Béziers, liderados por el conde Ansemundo de Nimes.

La Septimania franca: De Septimania a Gothia

La región se encuentra ahora bajo el pleno dominio de los reyes francos. En su zona se crean diversos condados como los de Narbona, Béziers, Agde, Magalona, Nimes, Tolosa (778) y Uzès. Pero poco a poco el nombre de Septimania se va perdiendo frente a otro: Gotia o Gothia, haciendo referencia a que muchos de sus habitantes, o al menos de sus gobernantes, procedían de la nobleza visigoda. Tras la división de los dominios a la muerte de Carlomagno, por el tratado de Verdún (843), la Septimania pertenecerá a Carlos el Calvo.  Tras la muerte del rey Luis II el Tartamudo (879), Carlomán II reinó sobre Borgoña, Aquitania, Septimania y la Marca Hispánica hasta su muerte en el 884.

Condados catalanes y Septimania Carolingia
Condados catalanes y Septimania carolingia (fines s. IX)

Despés de la muerte de Carlomagno se crea un título de marqués o duque de Gotia. Esta es la relación de los primeros marqueses o duques de Septimania o Gotia:

El último noble en utilizar el título de Ducis Gothicae fue Borrell II, conde de Barcelona, en documentos del año 972, aunque solo ejercía su poder sobre gran parte de los condados catalanes y no sobre la mayoría de los territorios actualmente franceses.

Marca_Hispanica
Condados catalanes y Septimania carolingia (fines s. IX)

La Marca Hispánica

El término Marca Hispánica  no tiene registros desde el siglo IX al XVII, en que se creó  la invención del término. Fue más una denominación geográfica que el concepto político-administrativo que a menudo se pretende.

Pierre Vilar afirmaba sin dejar lugar a la duda que la marca hispánica, como tal, nunca había existido. Otros historiadores se refieren a ella como un cultismo de escasa utilización y casi nula entidad en su tiempo y, sin embargo, la idea de que la monarquía carolingia, los francos, dominaron una entidad administrativa y militar llamada la Marca Hispánica y que fue el origen de lo que hoy conocemos por Catalunya tiene un hondo arraigo en nuestras creencias y aspiraciones. Es más, el tópico se repite sin análisis ni crítica.

Condados de la Marca Hispánica
Condados catalanes y Septimania carolingia (fines s. IX)

La llamada Marca Hispánica era el territorio comprendido entre la frontera político-militar del Imperio Carolingio con Al-Ándalus (al sur de los Pirineos), desde finales del siglo VIII hasta su independencia efectiva en diversos reinos y condados.

Hacia el año 748, Musa ibn Fortún se casó con Oneca y fueron los padres de Musa ibn Musa. Oneca había estado casada anteriormente con el vascón Iñigo Jiménez de la Dinastía Jimena y era la madre de Iñigo Arista, que más tarde sería el primer rey de Pamplona, lo cual convertía en hermanastros a Iñigo Arista y Musa II.

En 777, el valí de Madinat Barshiluna (Barcelona) Sulayman ben al-Arabí, junto a otros valíes contrarios a Abderramán I, buscó la ayuda de Carlomagno para contrarrestar el poder del emirato. El acuerdo no prosperó y Sulayman, que marchaba junto a sus tropas a unirse a las fuerzas rebeldes al emir y al ejército de Carlomagno, fue capturado por este frente a Saraqusta como traidor. Durante la Batalla de Roncesvalles fue liberado por el ejército combinado de vascones y musulmanes, y retornado a Zaragoza. Sulayman envió a su hijo Matruh a controlar las zonas de Barcelona y Gerona.

A la muerte de su padre en 780, Matruh dispuso Barcelona a favor del emirato de Córdoba, al que ayudó sitiando Zaragoza en 781.

En el 785 se entregó sin lucha Gerona, fundando Carlomagno el condado de Gerona y estableciendo una primera línea fronteriza a lo largo del río Ter, con fortalezas como la de Roda de Ter.

En 789 el valí Husayn de Zaragoza se subleva y toma el control de Zaragoza y Huesca (Wasqa). A la muerte de Matruh en 792, tomó el poder de Barcelona Sadun al-Ruayni. Sadun viajó a Aquisgrán, capital del imperio carolingio, en 797 para solicitar ayuda al emperador contra el Emirato de Córdoba, entonces bajo el control de al-Hakam I, y a cambio ofreció Madinat Barshiluna (Barcelona). Carlomagno envió a su hijo Ludovico Pío que, junto a otros nobles, pretendía tomar Barcelona pacíficamente, ya en otoño del 800. Pero Sadun no cumplió su palabra y se negó a entregar la ciudad, por lo que los francos la atacaron. El asedio fue largo y Sadun escapó en busca de la ayuda de Córdoba. Fue capturado, y tomó el poder Harun, último valí de Madinat Barshiluna, partidario de seguir defendiéndose del ataque franco, fue destituido por sus allegados y entregado a los francos, probablemente el 3 de abril de 801. Ludovico Pío avanzó hasta Tortosa. En 804 y en 810 fracasan dos expediciones para la toma de Tortosa y la contraofensiva islámica le hace retroceder hasta el Llobregat.

El Imperio carolingio se disgregó pocas décadas después, tras la muerte del hijo de Carlomagno, Ludovico Pío (o Luis I el Piadoso). Los tres hijos de éste (Carlos, Lotario y Luis) se repartieron el imperio mediante el Tratado de Verdún en el 843.

La Marca Hispánica correspondió a Carlos, apodado “el Calvo”. Además de sus conflictos con sus hermanos, hubo de afrontar las invasiones normandas entre 856 y 861 en su territorio.

La costa mediterránea, repleta desde antiguo de torres de vigía contra la piratería berberisca, sufre a partir del 858 el ataque de los normandos, que suben por el Ebro desde Tortosa, lo remontan hasta el reino de Navarra, dejando atrás las inexpugnables ciudades de Zaragoza y Tudela, suben luego por su afluente, el río Aragón, hasta encontrarse con el río Arga, el cual también remontan, llegan hasta Pamplona y la saquean, raptando al rey navarro. Y lo mismo hacen en Orihuela, remontando el rio Segura.

El 16 de Junio de 877, Carlos el Calvo firmó la capitular de Quierzy, con la que se pretendía regular la buena marcha del imperio, estableciendo la heredad de los principados y cargos condales. Esta disposición favoreció el proceso de los condados de la Marca Hispánica hacia su independencia de facto a finales del siglo IX.

Fue una zona colchón creada por Carlomagno en 795 más allá de la antigua provincia de Septimania, como una barrera defensiva entre los Omeyas de Al-Andalus y el Imperio Carolingio franco (ducado de Gascuña, ducado de Aquitania y la Septimania carolingia).

A diferencia de otras marcas carolingias, la Marca Hispánica no tenía una estructura administrativa unificada propia. Quedó integrada por condados dependientes de los monarcas carolingios a principios del siglo IX. Para gobernar estos territorios, los reyes francos designaron condes, unos de origen franco y otros autóctonos, según criterios de eficacia militar en la defensa de las fronteras y de lealtad y fidelidad a la corona.

El territorio ganado a los musulmanes se configuró como la titulada Marca Hispánica (desde Pamplona a Barcelona), en contraposición a la Marca Superior andalusí.

Los que alcanzaron mayor protagonismo fueron los de Pamplona, constituido en el primer cuarto del siglo IX en reino; Aragón, constituido en condado independiente en 809; Urgel, importante sede episcopal y condado con dinastía propia desde 815; y el condado de Barcelona, que con el tiempo se convirtió en hegemónico sobre sus vecinos, los de Ausona y Gerona.

La población local de las marcas era diversa, incluyendo grupos montañeses autóctonos, íberos, hispano-romanos, vascones, celtas, bereberes, judíos, árabes y godos que fueron conquistados o aliados de los dominadores islámicos o francos. Con el paso del tiempo, los jefes y las poblaciones se hicieron autónomos y reclamaron su independencia. El área y su composición étnica cambiaba según la fortuna de los imperios y las ambiciones feudales de los condes y valíes elegidos para administrar las comarcas.

Durante el siglo IX, los condados carolingios se fueron consolidando y sus gobernantes adquirieron una autonomía creciente, a medida que el Imperio carolingio entraba en crisis a causa de las divisiones internas. Algunos de estos condados iniciaron políticas de acercamiento con los estados vecinos musulmanes y mantuvieron buenas relaciones con ellos.