La cruel conducta tomada por Hilderico motivó las protestas de Gunhildo, que fue encerrado y sustituido por Ranimero al frente de la diócesis. Wamba mandó sofocar la rebelión en la Galia al astuto general de origen griego Paulo, el cual, nada más llegar a Nimes, convenció a sus propios oficiales de que se rebelaran contra el anciano e incapaz rey. Los rebeldes de Hilderico hicieron causa común con Pablo, que fue aclamado como rey por sus oficiales y coronado en la iglesia de Gerona.
Wamba, que estaba combatiendo una insurrección de los vascones, después de conseguir su sometimiento se dirigió con todos sus ejércitos hacia Narbona; en pocos días rindió casi todas las plazas fuertes, quedando por último Nimes, donde se había refugiado Paulo. Esta ciudad fue vencida después de un sangriento asalto el 3 de septiembre de 673.
Restablecida la paz y asegurado el gobierno de la Galia, Wamba volvió a Toledo, donde entró triunfalmente, a la usanza de los césares romanos, seguido por los prisioneros sublevados con la cabeza rapada y los pies descalzos, y entre ellos Pablo, vestido como un rey de burla.
Durante su reinado hubo un intento serio de desembarco de tropas árabes en el sur; Wamba hizo fracasar la intentona, hundiendo 270 barcos de la flota invasora.
La política interior de Wamba se caracterizó por un intento de reforzar el poder de la corona en contra de los nobles y el clero; por ello dictó nuevas leyes y modificó otras del Liber Iudicorum. Destacan las tendentes a la reorganización del ejército y reclutamiento de tropas para la guerra, en las que se obliga tanto a nobles como a clérigos a participar en él, y a llevar consigo a sus siervos, bajo pena de destierro y confiscación de bienes.
Dos años después de la promulgación de la ley, convocó el XI concilio de Toledo, al que sólo acudieron obispos y clérigos de la Cartaginense. Allí se dictaron medidas para evitar los abusos que frecuentemente cometían los obispos, como tomarse la justicia por su mano sin esperar la intervención de los jueces, ordenar a otros obispos por dinero, así como incautarse de los bienes de los encausados. En el mismo año 675, también convocó el concilio de Braga, capital de la provincia Gaélica.