Crónica Mozárabe del 754
Anónimo de Córdoba, Chronicon de Isidoro Pacense o en latín Epitome Isidori Pacensis episcopi o Continuatio Hispanica anni DCCLIV
La Crónica mozárabe, también llamada Crónica del 754, Anónimo de Córdoba, Chronicon de Isidoro Pacense o en latín Epitome Isidori Pacensis episcopi o Continuatio Hispanica anni DCCLIV, es una crónica medieval escrita en el siglo VIII en la península Ibérica, supuestamente por un obispo de una diócesis lusitana llamado Isidoro.
El contenido apenas da información sobre los hechos de los visigodos en la península pero da mucha información de lo acaecido en Oriente, sobre todo en lo relacionado con el imperio Bizantino y la expansión Omeya. Contiene el relato más detallado de la batalla de Poitiers-Tours (732).
La Crónica Mozárabe del 754 es una fuente previa a las crónicas asturianas (escritas ya al final del siglo IX) que pudo ser una continuación a la Historia de los Godos de Isidoro de Sevilla, y que abarca desde el año 610 hasta el 754.
En cuanto a las denominadas Crónicas Asturianas, se trata de tres textos que cronológicamente comienzan con la Crónica Albeldense (a la que se insertó la Crónica Profética) y que se completan con la Crónica de Alfonso III (que incluye la Crónica Rotense y la Crónica Sebastianense).
Contenido de la Crónica Mozárabe del 754
Su contenido se centra principalmente en el Imperio Bizantino y en la expansión Omeya, y aunque la información sobre el reino visigodo es limitada, es el texto que acuña el concepto de la ‘Hispania perdida’ tan controvertida en la discusión historiográfica del medievo peninsular.
Se trata de una recopilación de listas de reyes y eventos históricos desde la época visigoda hasta Alfonso III. Dadas las semejanzas existentes entre la Albeldense y la de Alfonso III, hay autores como Sánchez Albornoz que consideran que pudo existir una crónica anterior, quizás de la época de Alfonso II. El objetivo de estas crónicas, además de histórico, se ha catalogado por la corriente historicista más progresista como de claro talante político e ideológico, en busca de una legitimidad neogoticista heredera del Reino de Toledo. Además, esta corriente que presume de cierto corte anticlerical, critica la visión cristiana de las Crónicas denunciando que el denominado comienzo de la Reconquista no existió como tal, y fue esculpido bajo una bandera providencialista vestida de Cruzada contra la invasión árabe.
En este sentido hay que decir que en el aspecto más romántico de utilización de la divina providencia en la lucha contra los caldeos, probablemente no le falta parte de razón a esta corriente historicista. Esto sin embargo no significa en modo alguno que los hechos acaecidos en el s. VIII no tengan una fuerte componente de confrontación religiosa, y de necesidad de recuperación de una Hispania invadida por el moro (el término moro se utiliza de forma literaria como sinómino de muslim, caldeo, sarraceno, agareno, y en ningún caso como un término despectivo).
Lo cierto es que el cristianismo está presente en las fuentes como elemento básico en la formación del primigenio Reino de Asturias. En este sentido, y entendiendo el contexto de la época, la batalla de Covadonga, por ejemplo, se ‘viste de luces’ en las Crónicas para marcar de forma premeditada el comienzo oficial al proceso de Reconquista en el año 718. Seguramente exagerado (por ello hay que situar correctamente el contexto a comienzos del siglo VIII), este primer conflicto con victoria cristiana se carga con el adecuado peso específico para convertirse en un suceso casi mítico que infunda un plus de legitimidad a las generaciones venideras).
El estilo de las entradas se asemeja al cronista anterior Juan de Biclar, cubriendo de manera similar los temas de gobernantes, rebeliones, guerras, la iglesia y las plagas (pero con mayor detalle, con un estilo de prosa más excéntrico que ha hecho que el trabajo sea difícil descifrar para los eruditos modernos).
La obra tiene tres focos principales, los dos primeros Bizancio y la España visigoda que comparte con la Crónica de 741, añadiendo un tercero que es la conquista omeya.
La Crónica sobrevive en tres manuscritos, de los cuales el más antiguo, del siglo IX, se divide entre la Biblioteca Británica y la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Madrid. Los otros manuscritos son de los siglos XIII y XIV.
La Crónica se publicó por primera vez íntegramente en 1615 en Pamplona, ; y traducido al español por José Eduardo López Pereira. Se puede encontrar una traducción al inglés de Kenneth Baxter Wolf en su volumen Conquerors and Chroniclers of Early Medieval Spain (Liverpool, 1990).
Comentarios de Catherina (CCC).
A destacar: