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Somos Godos - Reyes Visigodos

Ficha Familiar

Dinastía [Bani Umayyah]

Uthman ibn Abu-Musa (MUNUZA)

Nacimiento: ± 675, Egipto

Defunción: ±  731, Córdoba (Al-Andalus)

No Name Zauja-e-Nusair al-Bekir

(± ? – ?)

ABUELOS

Musa bin Nusayr al-Bekir

(± 640 – 717)

Matrimonio 1

Amîna AL QUARAYSHI binte Marwân I bin al-Hakam

(± 648 – ?)

ancestor

PADRES

ancestor

Uthman Ibn Abu Musa (MUNUZA)

AKA:  Otros NOMBRES /  Munuza / Uthman Ibn Naissa / Munnuz / Manusa / Munussa / Usman bin musa al-baqir/ Uthman ibn Aba-Musa de Córdoba / Uthman ibn Naissa / Otman ben Neza /Utaman Abu Nâsar / Mounour / عثمان بن نيساء

Títulos: Gouverneur de Cerdagne, Emir of Córdoba.

Hermanos ó Hermanastros **

Abd al-Malik ( Marwan) ibn MUSA

(± ? – ?)

Matrimonios

Matrimonio 1
Hijos

1.-  Umm bint Uthman, Magdala de Urgel  (731-?)

2.- Susu bint Uthman, de Córdova (731-?)

Reyes Vidsigodos

Uthman Ibn Abu Musa de Córdoba

Gouverneur de Cerdagne, Emir of Córdoba

Fue un gobernador musulmán del norte de Hispania, cuya figura aparece en dos relatos contradictorios. El que tiene por fuente la Crónica albeldense (elaborado hacia 881), lo retrata enfrentado a don Pelayo en Asturias, y lo situaría en la génesis de la Reconquista. El otro, más concreto y detallado, aparece localizado en Cerdaña (Llivia) hacia 730 según lo refleja la Crónica mozárabe de 754.

Munuza en Asturias

Compañero de Táriq”, participó desde el principio de la ocupación del Reino visigodo en el año 711, en el avance de su padre Musa ibn Nusair por el Este, desde Caesaraugusta, hacia el Norte, por la calzada romana hacia Asturica Augusta, y llegando hasta Lucus Augustum.

En 714, al ser reclamados su padre Musa ibn Nusair y Táriq ibn Ziyad a Damasco por el califa al-Walid, Munuza permanece como valí del tercio noroccidental de Hispania, con sede, alternativamente, en Asturica Augusta, Lucus Asturum y Gigia [Gijón].

En 717, envía como invitados-rehenes a diversas personalidades de la zona, entre ellos don Pelayo, a Ishbiliya (Sevilla) dentro de la política de cooptación y tutelaje de las élites dirigentes, que aunque así pierden el poder político, conservan el social Según algunas fuentes, a Pelayo se le habría encomendado el traslado de los tributos de la zona.

La leyenda de Ermesinda

La leyenda, que no las fuentes históricas, quiere ver en el encaprichamiento de Munuza de Ermesinda (o, también, Ormesinda o Adosinda), la hermana de Pelayo, la explicación y desencadenante de la insurgencia cristiana. La leyenda cuenta que para tener el campo libre, Munuza enviaría a Pelayo, tutor de su hermana, a Sevilla con los tributos de su gobernaduría de 717.

A la vuelta, en 718, Pelayo, que habría arreglado el enlace de Ermesinda con don Alonso, monta en cólera, atacando a Munuza el día de la boda, si bien la guardia del gobernador le rechaza, teniendo que huir hacia los Picos de Europa.

Una variante informa que Ermesinda sólo accede a la boda para evitar la muerte de su prometido don Alonso, preso por orden de Munuza. Cuando Pelayo vuelve, se dispone a matar a su hermana, para “lavar su honor” manchado por la ruptura del compromiso con Alonso y el casorio con el infiel, enfrentándose al dilema de qué hacer con Alonso. En la boda, Pelayo pide hablar con su hermana, que le comunica que se había envenenado justo antes de morir en brazos de Pelayo. Munuza, encolerizado, ataca a Pelayo, pero es muerto por éste, que con Alonso se lleva el cadáver de Ermesinda a Covadonga.

La revuelta de todos modos iniciaría un proceso de desencadenamiento que haría posible para Pelayo recibir el apoyo de los condes gallegos para atacar frontalmente a Munuza y asegurar su elección al trono por encima del derecho o prevalencia que el duque cántabro pudiera tener.

Pelayo aparece posteriormente encabezando un grupo de astures, formado por insurgentes fiscales y otros fugitivos, pero sin causar demasiados inconvenientes a Munuza, que aun así, informa al emir de al-Ándalus.

En 720–721, el califa Umar II envía como gobernante a as-Samh ibn Malik al-Jawlani, que reorganiza la administración de al-Ándalus, el cobro de tributos y el reparto de tierras entre los hombres venidos con Táriq y Musa ibn Nusair. Paralelamente, se organiza un ejército, que ataca el resto del territorio visigodo aún no sometido, la Septimania, conquistando Narbona en 721.

El avance musulmán continúa contra el Ducado de Aquitania, pero en el asalto a Toulouse, el duque Eudes I de Aquitania (Odón el Grande) vence a los musulmanes el 21 de julio de 721, perdiendo la vida el propio as-Samh. Los musulmanes se repliegan a Narbona y al-Ándalus bajo el mando de al-Gafiqi.
Covadonga

En agosto de 721, llega Anbasa, el nuevo valí, que inmediatamente reorganiza las tropas. Con el fin de foguearlas y darles moral, se decide por realizar una razia, para lo cual escoge como blanco a los rebeldes de Asturias, encargando la operación al bereber Al Qama, el cual reocupa el territorio, que los pelayianos van evacuándolo ante la manifiesta superioridad numérica y organizativa de las tropas cristianas (encabezadas por el obispo Oppas de Sevilla) y musulmanas comandadas por Al Qama. Así, para el año 722, Munuza procede, desde Gijón, a la administración del territorio y el cobro de tributos.

La persecución de los fugitivos seguidores de Pelayo conduce a las tropas al valle donde se abre la Cova Dominica, donde la vanguardia sería emboscada y masacrada, en una confrontación denominada batalla de Covadonga, considerada por la Historiografía tradicional española el arranque de la Reconquista, conllevando la retirada del resto de la tropa ante la imposibilidad de desplegarse adecuadamente en las estrecheces del valle. Un desprendimiento de piedras y tierra en el monte Subiedes (Cantabria), sufrido por las tropas en retirada, remataría la faena, provocando la retirada de Munuza de Gijón hacia su base leonesa.

  • «Entonces los de las huestes de los Sarracenos que habían sobrevivido a la espada, al derrumbarse un monte en Liébana, fueron sepultados por el juicio de Dios». Crónica albeldense, año 883.

El fin de Munuza

Sobre la desaparición de Munuza de la Historia existen varias versiones, mutuamente excluyentes:

  • Habría muerto a manos de Pelayo el día de la boda con su hermana.
  • Habría muerto en la batalla de Covadonga, incluso a manos del mismo Pelayo.
  • En la huida de Gijón habría muerto en Santa Olalla (Liébana en Cantabria).
  • Se habría retirado a orillas del Guadalquivir con Ermesinda (o Adosinda).
  • Habría permanecido en Gijón con Ermesinda (o Adosinda), una vez reconciliado con Pelayo.

Munuza en Cerdaña

Sin embargo, otra crónica, casi coetánea y más contrastada, lo sitúa con bastante seguridad puesto a cargo de las tropas bereberes en las zonas fronterizas y de igual geografía montañosa en los Pirineos orientales, en la Cerdanya. El comandante bereber habría establecido un tratado y enlaces con el duque aquitano Odón el Grande (Eudes de Aquitania), que lo llevarían a casar con la hija del duque, Lampegia (Lampade). A la búsqueda quizá de crearse un nicho de poder en el estratégico punto de los Pirineos e impulsado por el ambiente de rebelión entre las descontentas fuerzas bereberes, habría roto así los lazos con los árabes omeyas cordobeses, matando al mismo tiempo al obispo de la Seu de Urgell.

Eudes prometió la mano de su hija a Munussa con la condición de que se convirtiera al cristianismo y ayudara a los cristianos a la reconquista. Munussa fue bautizado y casado secretamente en una iglesia de Besançon y volvió a Llívia, donde se entregó a las dulzuras de la luna de miel.

En 731 el nuevo gobernador de al-Andalús, Abd ar-Rahman ibn Abd Allah al-Gafiqi, encabezó entonces una campaña de castigo, atacó la ciudad de Llivia en Cerdaña, derrotó a los sublevados y acabó con la vida de Munuza. Este hecho precede inmediatamente a la campaña de al-Gafiqi hacia Aquitania y la posterior Batalla de Poitiers (732) (o 733, según otras fuentes).

Lampegia / Lampade de Aquitania
Lampégie d'Aquitaine, hija del duque Eudes y el emir Abd Al-Rahman al-Ghafiqi después de matar al apóstata bereber Munuza y antes de enviar a la princesa de Aquitania a Damasco al califa omeya
Munuza el enamorado
Munuza el enamorado

Munuza el enamorado

OTMAN Abi Neza, Munuza, el beréber, terminó de ajustarse el turbante y cruzó el patio de la casa entre el rumor de las fuentes y el aroma mezclado de las flores, para dirigirse a la caballeriza. Llevaba el alfanje atado a la cintura y caminaba con paso lento, los sentidos alerta, al acecho de peligros o emboscadas, como si temiera enfrentarse, de un momento a otro, con un bosque de lanzas, pensando en tigres engañosamente dormidos, feroces y crueles siempre. Los presentía, inquieto y vigilante, ocultos por alguno de los corredores que atravesaba ahora, yendo a revistar sus caballos.

Miró por la celosía a las montañas que le recordaban su origen, la tierra de donde Tarik le sacó para traerle a España por una ruta de victorias y conquistas, que luego habría de prolongarse hasta las Galias. El sol, un cielo limpio, le invitaron a salir de la casa para contemplar abiertamente el paisaje, las gargantas pirenaicas de Ainsa. Se había iniciado el deshielo, pero la nieve aún cubría la parte más elevada del Bisaurín, la Llena del Boso y el pico de Aspe, cuya cara oculta desciende por el Bosque de las Hayas hacia Urdox. Munuza, entre la espada del emir y la pared de esas montañas que le separaban de las Galias, meditaba sobre cuál podría ser el camino más seguro para su inevitable huida. Abderrahmen Al-Gafaki le había conminado a romper la tregua de paz que, hacía ya más de tres años, había firmado con su suegro Eudo, el poderoso duque de Aquitania y de Vasconia, de la ilustre estirpe de los antiguos merovingios, ante el que Munuza había empeñado su honor y su palabra: “Juro por el misericordioso Aláh y el sagrado libro de su Profeta que jamás cruzaré mis armas contra las del padre de mi amada”. 

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Catharina Colom de Cabrera
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Comentarios de Catherina (CCC).

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